Entrevista a Marcelo Mosenson - Ediciones Droom

CULTURA | ENTREVISTA

“Una buena historia es la que parece existir sin la intervención de su autor”
Cineasta, escritor, comunicador e intelectual de reflexiones profundas, Marcelo Mosenson inaugura el ciclo de entrevistas de Droom. Afianzado en la sencillez deja de lado sus éxitos y sus premios nacionales e internacionales para asegurar que su búsqueda no ha terminado y que su camino recién está comenzando. Palabras para no perderse.
Se define como alquien que siempre busca la autenticidad, asegura que la “locura de la vida cotidiana” es una de las cosas que más captan su atención y advierte que quizás por eso es también una de las temáticas que atraviesa sus obras, que son muchas y que fueron muy premiadas, tanto en Argentina como en el exterior. 
Marcelo Mosenson (48) lleva en los ojos el brillo de París y en la sangre el fuego que lo impulsa a la narrativa en sus múltiples facetas: cineasta, documentalista, escritor, periodista y fotógrafo cree que las buenas historias son las que tienen luz e identidad propias más allá de sus mentores y advierte que asistimos a un tiempo donde los retos para los autores son distintos e implican captar al público sobrevolando la globalización y de una neo subjetividad peculiar, construida por la inmediatez y la fragmentación que imponen las  nuevas tecnologías.  
Mosenson es un intelectual y un creador de trayectoria: despuntando la adolescencia viajó a Francia y trabajó con grandes del cine internacional. Otra vez en suelo argentino fue el realizador de varios documentales galardonados nacional e internacionalmente y como reconocimiento a su trabajo, en 1998 recibió la beca Fulbright Fondo Nacional de las Artes. No fue la única, un tiempo después también se quedó con la beca Antorchas, que le abrió paso a su Masters en Cine en The New School University, de New York.
Desde  2003 dirige la productora Nómade Films, cuna que contiene sus obras y donde gesta ahora la realización de su último proyecto, el documental “Ver a Papá, diario de una Padrectomía”, una historia donde lo profesional y lo personal se conjugan en una fusión movilizante, porque narra la experiencia propia y dolorosa de no poder ver a su hijo por impedimentos legales derivados de falsas acusaciones que realizo quien fuera su mujer.
Asentado en la cautela de quien parece saber que la trascendencia es un camino y no una meta, Mosenson aparta la vista de su cosecha de éxitos y no se da por hecho: “Recién estoy comenzando”, advierte. Y de esta manera, también promete a quienes lo miran y a quienes lo leen: su arte sigue en marcha… 
  
Viajó a Paris muy joven y comenzó allí una etapa importantísima de su carrera ¿Hay un recuerdo, un aroma, una sensación  que lo hayan marcado?
París es la ciudad en donde la belleza está constituida por la inteligencia y en donde la frivolidad es una búsqueda de sentido. Fue en Francia donde comprendí que la búsqueda de lo sublime tiene que ver con lo absurdo. Es en el absurdo mismo de la necesidad de crear por ejemplo la baguette perfecta, la arquitectura de cada una de las estaciones de subte, o la decoración monumental de cada uno de los puentes que cruzan el río Sena que exceden al propósito funcional de sus respectivas existencias, donde la frivolidad manifiesta su sentido. 
Trabajó con profesionales destacados del cine internacional, fue premiado y becado por sus producciones, es un referente para muchos autores nacionales… ¿qué parte de Marcelo Mosenson se juega cada vez que cuenta una historia?
No creo que uno tenga derecho a sentir que uno se juega realmente algo por el mero hecho de contar una historia, jugarse es otra cosa. En todo caso, honrando la pregunta creo que apenas arriesgo tiempo, dinero, rechazo, frustración y exposición de mi intimidad, nada más que eso.
¿Cree que es posible una producción literaria sin que se active la sublimación o el exorcismo de experiencias o dolores propios?
Creo que es posible, sí. Hay escritores que tienen un gran oficio y que no por eso se exponen necesariamente sublimando o exorcizando sus experiencias y dolores. Marguerite Duras diferenciaba a los buenos escritores de los escribientes. Según ella, J.P Sartre, por ejemplo, era un excelente escritor, que no se exponía desde las entrañas. Se trataba de escritor que se preocupaba por escribir bonito. Por el contrario, Marguerite Duras se definía como una escribiente. En los escribientes sí hay  sublimación y cierto exorcismo de   las experiencias y los propios dolores, lo cual tampoco es garantía de la producción de una buena obra literaria, depende.  
¿Qué define para Ud. una buena historia?
Una buena historia, independientemente de mi gusto personal, es una que pareciera haber existido realmente sin intervención de su autor. Borges, por ejemplo,  tenía ese talento, lo cual no implica necesariamente que a mí me conmueva. Pero todos los grandes autores tienen el talento de hacernos creer que las historias no fueron construidas por ellos mismos.
¿Hay  alguna categoría o valor que sienta que haya atravesado su obra hasta el momento?
Creo que de algún modo u otro siempre me interesé por la pequeña locura de la vida cotidiana. Como canta Caetano Veloso en su tema Vaca Profana De perto, ninguém é normal, (De cerca nadie es normal).
¿Cómo cree que las narrativas compartidas socialmente nos influyen subjetiva y culturalmente?
El acceso a la información y el poder compartirla nos permiten acceder a casi todo en cualquier momento, lo cual no implica que estemos todos nosotros dispuestos a ser lo suficientemente curiosos como para elegir y conocer algo distinto a nuestro universo intelectual. Me sorprende mucho que algunos de mis alumnos, nativos de internet, sean tan pocos curiosos teniendo los medios para acceder a casi todo. Su curiosidad pareciera restringirse  a lo que consume sus respectivas tribus urbanas.
En esta época donde las Tecnologías de Información y Comunicación favorecen la fragmentación y crean nuevas subjetividades, más relacionadas con lo instantáneo y la fugacidad, ¿cree que queda tiempo y espacio para las narraciones hasta hace poco tradicionales?
Es evidente que el ritmo de ciertos clásicos del cine, Kurosawa, Bergman, Felini, Ozu, Buñuel, Bergman, Atonioni, tan sólo por nombrar algunos, resultaría insoportable  de ver para las nuevas generaciones. Del mismo modo que podríamos suponer que tampoco habría lugar para narraciones del tipo de Balzac o Dostoievsky. Sin embargo, existen fenómenos como Harry Potter que de cierto modo responde a las narraciones tradicionales. Pero en principio estoy convencido que el uso al que le damos a la tecnología atenta contra el tiempo que suponen las narraciones tradicionales. Y posiblemente, las grandes series de Netflix hoy ocupen el lugar que solían hacerlo las grandes novelas de otras épocas.
¿Cree que la globalización y los tiempos y exigencias de la industria cultural afectan a la creación artística del autor literario y la subsistencia de lo local como inspiración y temática?
Seguro que la globalización nos afecta a todos. Hoy compartimos y consumimos las mismas series, moda, música y comidas al igual que gran parte del planeta, a través de Netflix, Sara, Starbucks, o Mc Donalds, tan sólo por nombrar algunas empresas.  A su vez, surgen los grupos independentistas como sucede actualmente con Cataluña preocupada por su identidad cultural. Personalmente, de donde surja un tema, si tiene o no que ver con cierta localidad me tiene sin cuidado. Creo que algunos podemos sentirnos más identificados con ciertas autores del mundo que con alguno que viva a pocas cuadras de nuestra casa. Hoy más que nunca cada uno construye su propia localidad cultural, más allá de las fronteras impuestas por la geografía. 
Si tuviera que definir a Marcelo Mosenson, cineasta y autor, ¿Cómo lo definiría?
Como alguien que busca la autenticidad en lo que expresa aún si no siempre lo logro, intentando constantemente encontrar un sentido a través de lo que me genera curiosidad. Por sobre todas las cosas siento que recién estoy comenzando, aún habiendo realizado ya varias cosas, frente a lo cual siempre hay un dejo de frustración debido, probablemente, a sentir no estar a la altura de los autores que admiro y que me han formado e inspirado.
¿Qué espera de “Ver a papá: diario de una Padrectomía”, en lo profesional y en lo personal?
En este caso lo profesional y lo personal se entremezclan. Espero abrir un debate en la sociedad, tanto a nivel local como internacional respecto de los padres impedidos de ver a sus hijos por acción de alguno de los padres. Me parece fundamental que se comprenda que no se tengan prejuicios de género en cuanto a la paternidad y la maternidad. Después de todo nadie puede definir con exactitud qué es un padre y qué es una madre. ¿Acaso se debe ser hombre para ser padre y mujer para ser madre, más allá del dictado biológico de los roles?  En otro orden de cosas, la Justica debiera aprender a actuar con justicia. Aquellos que realizan falsas denuncias debieran ser condenados mientras que los procesos, si realmente buscan que se produzca algo parecido a nuestro ideal de justicia, ella no puede demorarse años en resolver sus casos (si es que resuelve) induciendo a los hijos a una orfandad con padres vivos.

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Comentarios

  1. Excelente entrevista, que muestra el gran arte de la entrevistadora, quien logra que su entrevistado nos muestre un interesante panorama de la literatura actual, de sí mismo y de temas tan vigentes como atrapantes. Un anzuelo para bucear por la "Padrectomía".
    Gracias⭐⭐⭐⭐⭐

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