Crear desde una mirada - luz diferente por Flor Moreno

Sociedad | Inclusión



Gonzalo, el joven fotógrafo.
Terminó sus estudios en el Ciclo Básico Ocupacional, con orientación en fotografía.



Sacar fotos es algo que todos podemos hacer, y de hecho lo hacemos a diario. Sacar buenas fotos, no. Gonzalo es un hermoso joven de 18 años que hace fotografía de alta calidad estética y profundidad reflexiva, que deja maravillados a todo adulto que se pregunta sobre la ocurrencia de haber elegido tal lugar como centro de irradiación del punto de vista o foco sobre el cual mirada apuntaba. Sabemos que para obtener un buen resultado en esta materia es necesario -lo que se dice- “hacer el ojo”, en otras palabras, “saber cómo mirar” según escribió una vez Leonardo Da Vinci.
Pero Gonzalo no siempre miró. Y no porque haya tenido un daño físico en el ojo, sea genético o por accidente. Uno de los criterios para diagnosticar TGD (Trastornos Generalizados del Desarrollo) en una persona es justamente la no mirada.
Días y noches, hasta meses, incluso años tardamos, quienes lo acompañamos en su proceso de formación y asistencia terapéutica, en construir esa mirada, en devolverle sus ojos: esos pequeños ojos color miel puentes comunicacionales para conectar con el mundo y las personas. Una flor, una piedra, un perro habrían de adquirir para el joven dimensiones y aspectos increíblemente reveladores. El espíritu y el ojo comenzarían a establecer un cada vez más fuerte lazo de unión y expresión.

Un punto fundacional en la vida de Gonzalo y su familia fue ese instante cuando un árbol fue ese árbol mirado por Gonzalo, y no simplemente un árbol más del parque de su barrio en Belgrano. Una revolución estaba comenzado. Lo visible comenzaba lentamente a convertirse en mirado, la luz era penetrada de subjetividad, la de un joven que de a poquito asomaba al universo como la pequeña cabeza de un polluelo al salir del cascarón.
Luego de muchos años de tratamientos y un arduo trabajo por parte de sus infatigables acompañantes, hoy nos reencontramos para ver el mundo a través de esos ojos que nos miran. Gonzalo no ve: mira. Y mira el mundo de un modo diferente, o digamos que mira la diferencia del ser mundo. Sus fotografías dan luz al fotógrafo más que lo fotografiado. Realmente hay una intervención creativa en las cosas. Como si Gonzalo viniera a decirnos que el mundo no está hecho de cosas visibles sino de procesos y lugares invisibles, que solo la mirada (y no la vista, y menos la del ojo cotidiano o del sentido común) puede atrapar el no ser y llevarlo al campo bidimensional del material fotográfico.

Cuando abrimos los ojos es para dejar entrar la luz. Gonzalo ya abrió los ojos, pero no para dejar entrar la luz sino para dejar salir la que vive dentro de él. Y las fotografías son los ojos que atestiguan esa luz.


Flor Moreno

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